02.06.2017

La Serie X-100 de Fujifilm – David Airob

En el mundo de la fotografía siempre han existido cámaras que por sus prestaciones han destacado por encima del resto gracias a sistemas de autoenfoque rapidísimos, ráfagas de disparo interminables, sensores con una amplia gama tonal, etc. Modelos todos ellos usados por aficionados a la fotografía y por fotógrafos profesionales. Pero son pocos los modelos que, amén de sus buenas prestaciones, tienen la virtud de enamorar por tener algo que los hace especiales. Yo siempre les he llamado “Cámaras con Alma” porque además de ser nuestras herramientas de trabajo te dejan prendado sólo con verlas. Esto es lo que exactamente me ocurrió cuando vi la primera fotografía de una Fujifilm X100. Su diseño “Vintage” fue lo primero que me cautivó, me enamoré, y desde entonces ha sido un modelo totalmente integrado en mi bolsa de trabajo a través de todas sus evoluciones.

Ahora nos encontramos ante su nueva versión “F”. Un modelo que aporta una velocidad de trabajo incomparable respecto a la primera referencia. Han pasado casi seis años desde que se presentara en Photokina y me alegra observar cómo Fuji no ha variado su diseño, limitándose a incorporar mejoras técnicas sin prescindir por ello de esa magia y encanto que siempre la ha acompañado.

La incorporación del Joystick trasero así como el cambio de batería son en mi opinión los dos baluartes más importantes de esta nueva X100 “F”. Si a esto le sumamos la rapidez de su nuevo procesador tenemos en nuestras manos una cámara que invita a fotografiar desde el silencio y la discreción, características que siempre han estado muy presentes en ella, pero con una rapidez que nos permitirá no perder ese momento exacto que queremos inmortalizar.

Tanto en coberturas informativas o bien viajes, la X100 es una cámara que se complementa perfectamente con el resto del equipo fotográfico. Es más, si consideramos adquirir los dos convertidores ópticos podemos conseguir un equipo muy reducido con tres distancias focales distintas. Ahora, con la nueva Fujifilm X100 “F”, los detecta automáticamente en el momento que los colocamos en el objetivo sin la necesidad de ir al menú principal de la cámara para advertir que los estamos usando.

Cabe destacar el nuevo botón personalizable situado en la parte frontal de la palanca que selecciona el visor. Su posición cercana a los dedos de la mano derecha lo convierte en un gran aliado ya que en él podemos asignar multitud de parámetros. En mi caso lo he utilizado para seleccionar rápidamente el Balance de blancos. En cuanto al diseño trasero, es un gran acierto la nueva ubicación de todos los pulsadores. Ahora todos ellos se encuentran en la parte derecha de la pantalla lo que facilita poder trabajar prácticamente con tan sólo una mano, además de ofrecer visualmente un diseño más limpio.

La familia “100” es sin duda la razón de ser de todo el sistema “X” de Fujifilm. Desde la primera referencia, pasando por el modelo “S”, “T” y ahora la nueva “F”, se ha mantenido fiel a una filosofía de cámara que, alterada únicamente por las constantes mejoras que se han ido incorporando en sus distintas evoluciones, nos sigue invitando a pasear con ella disfrutando de la fotografía desde la discreción que la caracteriza.

Un modelo que nació siendo una incógnita pero que precisó tan sólo un día para convertirse en la estrella de aquella edición de Photokina donde se presentó. Los años transcurridos desde entonces han servido para consolidar la X100 cómo uno de los modelos más especiales que pueblan la oferta actual de cámaras fotográficas y enamorar a todos aquellos fotógrafos amateurs o profesionales que han caído rendidos a sus encantos. Una pasión que sólo pueden transmitir aquellas cámaras que tienen “Alma”.