29.01.2020

X100F "Common Sense": David Jiménez x David Airob

Trabajo como fotógrafo desde hace unos 30 años, realizando proyectos personales que han visto la luz en forma de libros, exposiciones y piezas audiovisuales. La mayoría de mis trabajos son de naturaleza poética, centrados en poner en cuestión la visión que tenemos del mundo y casi siempre alejados de temáticas narrativas, aunque a veces, sea por cumplir con un encargo o por propia pulsión personal, he tratado también otro tipo de temas a través de la imagen.

Durante una buena parte de estos años utilicé cámaras analógicas, pero desde hace tiempo utilizo la tecnología digital, convencido de que para mi trabajo ofrece importantes ventajas. Sigo teniendo la misma filosofía que entonces al tomar imágenes, por eso al principio lo que más acusé fueron las diferencias en el aparato fotográfico. Las cámaras analógicas me parecían más intuitivas, más sencillas y directas, funcionaban mejor como una prolongación de mi ojo o de mi cuerpo.

Así fue hasta que tuve mi primera FUJIFILM X100. Desde que apareció la primera de las cámaras de la serie he sido un entusiasta usuario de todas ellas. Reúnen todo lo mejor de las cámaras analógicas, como la facilidad y rapidez de uso a través de controles físicos, o el visor óptico como opción, unido a una calidad de imagen maravillosa y a un tamaño increíblemente compacto que las hace manejables y discretas. Incluso la textura de la imagen es parecida a la película fotográfica.

Con cada modelo nuevo fui agradeciendo todas las mejoras que se introducían, hasta llegar a la X100F, que destaca por su calidad de imagen excepcional, la rapidez de todos los procesos y en especial el enfoque, su bajo consumo de batería y las múltiples funciones añadidas que se han ido sumando en este tiempo.

He trabajado con ellas especialmente al viajar, situación para la que son ideales sin duda, aunque también han sido un modo de recuperar la costumbre de llevar una cámara conmigo en el día a día y que era una práctica habitual de mis primeros años. Han viajado conmigo a Brasil, Camboya, Etiopía e Irán, entre otros muchos lugares.

Tengo un recuerdo particularmente intenso de mi trabajo con estas cámaras en Lalibela, un lugar en el corazón de Etiopía conocido por un imponente complejo de templos ortodoxos excavados en la roca viva, conectados por una intrincada red de túneles y galerías, uno de los lugares más impresionantes del país y probablemente del continente africano.

En estos templos tiene lugar en enero de cada año la celebración de la Navidad Etíope, con una serie de actos y rituales precedidos por una vigilia en la que durante toda la noche decenas de miles de personas, envueltas en mantos blancos, se reúnen allí para leer la biblia y esperar el amanecer que anuncia la Navidad.

Ser testigo de esa noche fue una de las experiencias más extraordinarias que recuerdo. En algunos momentos creí estar viviendo una ensoñación. La luz era tan escasa en muchos lugares que mis propios ojos apenas podían ver. En esta situación, fotografiar con una cámara de la serie X100 hizo posible lo que otras no hubieran podido lograr. Su obturador electrónico, absolutamente inaudible, su pequeño tamaño y su magnífico comportamiento en altas sensibilidades obraron el milagro.

Además de la serie X100, he utilizado otras cámaras de FUJIFILM como la X-Pro2 y la GFX 50R; cada una de ellas es excelente en su propio campo. Pero siendo totalmente compatible y de algún modo complementaria con ellas, la X100F es una cámara que ha sabido mantener mi amor a esta serie a través de los años y que siempre deseo tener cerca.

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