Con un enfoque documentalista hacia el gran día de una pareja, Emily Renier crea recuerdos duraderos basados en la conexión, la espontaneidad y la sinceridad. Representa el importante principio de que la fotografía de bodas es un delicado equilibrio entre empatía y destreza técnica
Vista en sus términos más sencillos, la fotografía es una celebración de los momentos vividos. A diferencia de la pintura sobre un lienzo, las escenas no cobran vida a partir de la imaginación del artista, sino que comportan un sentido innato de verdad. La fotografía documental, más que cualquier otro género, se construye en torno a este ideal.
A lo largo de toda una vida, para muchas personas solo existen unos pocos acontecimientos dignos de ser documentados en profundidad, pero sin duda una boda es uno de ellos. Emily Renier ha dedicado los últimos cinco años precisamente a eso, perfeccionando su visión creativa para ofrecer pintorescos recuerdos de días inolvidables.
“Por desgracia, me gusta recurrir a los tópicos”, empieza diciendo. “Cuando empecé a interesarme por la fotografía era una adolescente, y pasé esos años en el sur de España. Era una adolescente gruñona, siempre dando vueltas en mi moto por toda la costa, y cuando mi padre me regaló mi primera cámara analógica, hice lo que hacen todos los jóvenes angustiados y empecé a hacer fotos cursis de puestas de sol carentes de inspiración. Pero a partir de ahí la cosa evolucionó”.
“Tras haber utilizado varios sistemas a lo largo de los años, me pasé a una DSLR cuando cumplí 28 años. Era grande, voluminosa y no tenía ni idea de lo que estaba haciendo con ella, así que empezó a acumular polvo. Pasé diez años trabajando como profesora. Pero, como me sentía agotada, decidí dejarlo. Partiendo de mi antiguo amor por la fotografía, me comprometí a hacer algo completamente diferente”.
Una visita al Salón de la Fotografía resultó especialmente decisiva para Emily. Entre un montón de imágenes poco inspiradoras a nivel personal, se topó con un seminario del entonces Fotógrafo X de FUJIFILM, Kevin Mullins.
“Después de escuchar su charla, me pasé media hora sin dejar de llorar. Fue toda una epifanía para mí”, recuerda Emily. “No lo conocía, ni sabía que el fotoperiodismo de bodas existía como género, ni siquiera sabía nada de los sistemas sin espejo que describía. Le envié un mensaje a Kevin a través de las redes sociales y le dije que creía que me acababa de cambiar la vida, después probé unas cuantas cámaras en el stand de FUJIFILM y compré mi primera FUJIFILM X-T2”.

Foto 2023 © Emily Renier | FUJIFILM X-T3 y FUJINON XF 18 mm F1.4 R LM WR, 1/2500 s en F3.6, ISO 1600
Empeñada en emprender un nuevo camino, y con Kevin como inestimable mentor, Emily pronto empezó a fotografiar bodas, desarrollando en el proceso un estilo único guiado por la emoción. A día de hoy, da forma a cada faceta de su trabajo, desde el enfoque hasta la estética.
“Si no siento una conexión con una pareja, no trabajo con ella, porque no puedo dar lo mejor a la gente sin que haya algo entre nosotros. A lo que me refiero es a sentirse cómodos en un espacio, ser vulnerables juntos y desprenderse del ego”, señala Emily. “Eso es lo que determina el aspecto de mis imágenes, porque compartimos cosas. Rara es la vez que no salgo de una boda sabiendo mucho sobre la vida de esas personas: lo que les hace estar tristes, felices, temerosos o confiados.
Todo eso implica que soy libre para explorar la ternura, las relaciones y las emociones en juego. Son esos elementos los que determinan mis imágenes más que ninguna otra cosa. No es un proceso visual que sirva para todos. Cada cliente debería observar las imágenes de su boda y decir: ‘¡Somos así, tal cual!’
“Creo que tienes que vivir el momento con una pareja y reflejar cómo se siente. Si lo consigues, con toda seguridad se mostrarán auténticos contigo porque entenderán que son libres de ser ellos mismos cuando estén delante de ti”.
A diferencia de las imágenes de boda tradicionales, las exigencias técnicas del estilo de Emily están estrechamente ligadas a la fotografía documental purista. Los momentos suelen ser más fugaces que posados, en tanto que la iluminación, el movimiento y la composición plantean sus propios retos.
“Trabajo con un par de cámaras FUJIFILM X-H2S, que son perfectas para mis necesidades”, explica la artista. “La pantalla LCD inclinable es perfecta para trabajar en alturas por encima de mi cabeza, a lo que hay que añadir el IBIS, las enormes velocidades de ráfaga y un autoenfoque fuera de serie. Esa combinación me permite ser mucho más libre. Ya no me pierdo momentos con la frecuencia de antes. Si me pasa, es por mi culpa”.
“También tengo una FUJIFILM X-T5, que es maravillosa porque tiene el sensor de 40,2 megapíxeles y funciona de maravilla con poca luz. Suelo utilizarla para fotografiar retratos familiares y de grupo, o cuando las condiciones lo requieren”.
“Utilizo el autoenfoque con detección facial, ráfagas de alta velocidad y exposición totalmente manual”, continúa Emily, resumiendo su configuración. “El modo Programa de FUJIFILM es increíble, se podría decir que basta con dejar que la cámara lo haga todo por ti y centrarte en el tema, pero a mí me encanta observar la luz o una situación concreta y luego elegir exactamente qué hacer con ella. Ese proceso es muy consciente”.
“Las simulaciones de película son la razón por la que utilizo FUJIFILM. Prefiero la fotografía en blanco y negro, y normalmente solo me paso al color para la recepción, pero hagas lo que hagas, enseguida ves su potencial. El mismo aspecto no es fácilmente reproducible en la fase de posproducción, y siempre tengo cuidado de no procesar en exceso la imagen; se trata en gran parte de una fase personal por la que pasamos los fotógrafos. Lo que no quiero es imponer esa moda momentánea a mis clientes”.
La selección de lentes también sigue siendo muy importante. Mientras que muchos documentalistas aprecian la versatilidad de un zoom, en el caso de Emily las personas retratadas están contenidas en un espacio predeterminado. Con una selección de fijos y la energía suficiente para recorrer el recinto durante toda la boda, consigue resultados asombrosos.
“FUJINON XF 33 mm F1.4 R LM WR combina muy bien con mi X-T5. La imagen se renderiza tan bien que apenas hay que tocarla en postproducción”, revela Emily. “Entre mis otros dos cuerpos, uso FUJINON XF 18 mm F1.4 R LM WR ,XF 23 mm F1.4 R LM WR y XF 56 mm F1.2 R. No necesito nada más, viajo bastante ligera de equipaje para ser fotógrafa de bodas”.
Una vez establecida una conexión emocional y una serie de ajustes perfectamente configurados, se responde a las preguntas de por qué y cómo. El desafío final, y quizá el más difícil para quienes esperan emular los ingeniosos resultados de Emily, es dónde encontrar momentos significativos.
“Muchas imágenes están listas para ser capturadas, como el corte de la tarta, el primer baile y el intercambio de votos, pero si miras más allá, en los momentos de calma, ahí es donde se pone difícil. Ahí es también donde encuentras el potencial para que tus imágenes sean diferentes a las habituales”.
“Dedico mucho tiempo a desarrollar las habilidades necesarias mediante la toma de imágenes en la calle. Me gusta encontrar formas de presentar momentos ordinarios de la vida cotidiana de manera interesante. Luego puedo volver a un banquete de boda y hacer lo mismo. Busca patrones, formas y geometría, y anticipa la acción si eres capaz. Trabajar más duro y encontrar la magia cuando no está presente de forma tan obvia es una elección activa.
En mi mente siempre está la cuestión de la autenticidad de este enfoque”, reflexiona Emily. “Quieres que haya algo de verdad, para que la gente crea en la obra y los clientes consideren que refleja su identidad; pero, al mismo tiempo, la vida puede ser desagradable. Los momentos ordinarios no son estéticos. Lo que he aprendido en los últimos años es a equilibrar lo que es importante para mí y lo que es importante para mis clientes. Las fotos tienen que ser tan visualmente agradables como mi cliente quiera, sin que por ello yo tenga que falsificarlas. En última instancia, debes averiguar dónde te sitúas tú en ese espectro, y no condenar a los demás por sus posturas”.

Foto 2023 © Emily Renier | FUJIFILM X-H2S y FUJINON XF 23 mm F1.4 R LM WR, 1/2000 s en F3.2, ISO 1250
Como la mayoría de los creadores de imágenes, la obra de Emily es una representación artística de una visión personal del mundo. Por ello, no es sorprendente que sus últimas reflexiones recaigan en la emoción.
“Lo más importante que puedo recomendar en un género tan cargado de sentimientos es que te rodees de gente buena y amable. Los grupos de las redes sociales pueden ser lugares tóxicos para un recién llegado. Puede que acabes sintiendo que tu trabajo no es lo bastante bueno, o que deberías crear de una forma específica. Pero, si te rodeas de unas cuantas personas decentes que no se sientan amenazadas por celebrarte y hacerte sentir bien con tu trabajo, te irá mejor.”
“Sé una persona positiva”, ruega Emily. “Lo demás caerá por su propio peso. Creo que lo que hay que disfrutar es la belleza del proceso, más que el resultado”.